jueves, 23 de octubre de 2008




... Todo olía a mar, a especias, a lejanía, a canela, a madera de sándalo.


Todo había pasado por manos morenas o amarillas, había sido mojado por la lluvia de los trópicos, había contemplado la maravilla de la selva...

Ahora, para encontrarme a mí mismo, entera y ardientemente, tenía que recurrir a un fuerte estímulo que me sacudiera...




Herman Hesse
La infancia de un mago


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1 comentario:

Abriles dijo...

Corassona, demasiado profundo pa mi...